Como no podría ser de otra manera por estas fechas del año, me dispongo como siempre a analizar el año que
acabamos de despedir hace apenas unas horas. No sé muy bien
cómo empezar a hacer balance del 2017 porque tengo la sensación de
que ha sido un año bastante uniforme en el sentido de que no ha
habido demasiados altibajos ni cambios drásticos o dramáticos,
salvando alguna que otra experiencia bastante significativa. Mientras
que cuando pienso en otros años enseguida se me vienen recuerdos
clarísimos, cuando pienso en el número 2017 me cuesta discernir si
lo que recuerdo es de ese año o del anterior. Pareciera como si los
recuerdos se entrelazaran.
Sin duda puedo decir que emocionalmente
ha sido un año de calma y tranquilidad. Un año en el que ha
predominado la estabilidad y la certeza de que no tenía nada
por lo que preocuparme a nivel sentimental. Algo que se agradece enormemente. También ha sido un año
de tomar ciertas decisiones importantes y de dar pasos más grandes
en las relaciones personales. Un año en el que los cambios se han
dado de forma tan fluida y sencilla que siento que no he tenido que
“sufrir” la típica fase de adaptación propia de toda novedad
que se experimenta. Muestra de que las cosas se han transformado de
una manera natural, sin forzar nada, y porque así tenía que ser.
No obstante, he de decir que todo
cambio siempre es fruto de una elección previa. Elegir no siempre es
fácil, porque ello supone descartar otras cosas. Por suerte a mí
cada vez se me dan mejores las despedidas y siempre las veo como una
oportunidad de empezar de cero, de ganar algo nuevo y posiblemente
mejor. Y aunque he tenido que tomar alguna decisión que puede
parecer dura, sé que lo he hecho por el bien de todas las partes
implicadas.
Y después de todo este resumen global
supongo que la mejor palabra para definir el 2017 podría ser
estabilidad.
Ahora por partes. Lo mejor y lo peor
del año:
LO MEJOR:
- Empezar, una vez más, el año llena de AMOR, al lado de la mejor compañía que podría tener.
- Las noches de cine, series, cenas caseras, risas, conversaciones a veces cotidianas a veces profundas...
- Las mañanas en esa cama...
- Los días al sol en la playa o navegando en la zodiac hasta esos atardeceres eternos de los que tenemos el privilegio de disfrutar aquí.
- Aunque el 2017 no haya destacado por una gran cantidad de películas buenas (al menos que yo haya visto y me hayan llegado), mencionaré algunas como La la land, la cual me enamoró, y Múltiple de M. Night Shyamalan. Este año ha sido más bien el año de las series. ¡Quién me lo hubiera dicho a mí, que nunca me llamaron la atención! Como por ejemplo: Death Note, 13 reasons why, Stranger things, House, Rick & Morty o Breaking bad.
- Haber aprendido cosas súper interesantes sobre psicología leyendo a Freud o Jung, y sobre astronomía con la fascinante serie-documental Cosmos de Neil deGrasse Tyson.
- Libros con historias entrañables y mensajes preciosos como El mundo azul. Ama tu caos, o El mundo amarillo, ambos de Albert Espinosa.
- Haber descubierto el concepto de “amarillo” (dícese de aquella persona que te marca en algún momento de tu vida y con la que no existe ese compromiso de mantener o cuidar la relación como se haría con un amigo, así por resumir).
- Haber retomado las clases de piano y solfeo.
- Haber conocido gente nueva y haber encontrado amigos entre algunas de esas personas.
- Haber retomado y reforzado la amistad con ciertas personas a las que apenas veía.
- Haber seguido en contacto con personas súper especiales en mi vida a pesar de la distancia.
- Haber tenido conversaciones profundas, trascendentales e interesantísimas con mis amigos y “amarillos”, y haber aprendido muchísimo con ellas.
- Haber vuelto a Italia en verano con el mejor compañero de vida. Haber vivido la experiencia de viajar con él.
- Haber vuelto a Disneyland y haber visto a Mariah Carey en concierto una vez más en París con Jai y Pily.
- Haber visto a Jamie Cullum en directo en el Castillo Sohail de Fuengirola.
- Haber vuelto a ver al ballet ruso interpretando El lago de los cisnes.
- Y sin duda lo mejor de todo: habernos mudado juntos a una nueva casa y haberla convertido en nuestro hogar.
LO PEOR
- Haber decepcionado a alguien especial y ver como la confianza y la complicidad se han deteriorado debido a ello.
- Haber tenido que congelar mi relación con alguien muy querido y cercano para evitar que la toxicidad nos destruyera.