Vivimos en una sociedad extremadamente competitiva en la que nos pasamos la vida comparándonos con los demás y tratando de superarlos o ser mejores que ellos/as en todo: en el deporte, los estudios, el trabajo, el juego, el físico, etc. Pero, ¿qué hay de nosotros/as? ¿Por qué no "competimos" con nosotros mismos para intentar ser mejores en aspectos más importantes como puedan ser los personales?
Yo siempre he odiado la competición, los juegos, los deportes y todo lo que supusiera tener que ganar algo o conseguir algún logro por encima de los demás. A menudo la gente me decía que el deporte, por ejemplo, era algo divertido y que también existía la cooperación y que el trabajo en equipo era muy importante. Pero yo veía que, al final, el objetivo era el mismo: ganar o, al menos, jugar mejor que el oponente. A menudo veía como en el terreno de juego la gente se transformaba, en la mayoría de los casos, en la peor versión de sí misma. Agresiva, sin escrúpulos, egoísta... Y yo pensaba: "Quizá ser así les ayude a ganar, pero en lo personal, ¿les está aportando algo positivo? ¿Les ayuda a ser mejores personas?" Para mí la respuesta era siempre la misma: NO.
También me decían que no se trata de ser mejor que el otro, sino de superarse a sí mismo/a. Y digo yo, para hacer eso ¿te hace falta enfrentarte otra persona? Si se trata solo de superación personal, ¿no deberías ser tú mismo/a la única unidad de medida? Es decir, que sólo basta "comparar" tu yo de antes con tu yo de ahora e intentar que el yo del futuro sea mejor que el presente. Y sobre esta idea decidí trabajar yo, pero sin un enfoque tan exigente. Porque, al final y al cabo, si te comparas contigo misma/o, también puedes acabar frustrada/o si no consigues tus objetivos.
Creo que lo mejor para acabar con esa competitividad feroz que caracteriza a nuestra sociedad es aceptarnos como somos en cada momento. Saber cuáles son nuestros puntos fuertes, puntos débiles y aspiraciones. Creo que es importante reconocer qué y cuánto podemos hacer en cada momento y cómo somos capaces de avanzar hacia nuestro propósito. Pero no para creernos mejores que el resto o inflar nuestro ego, sino para sentirnos a gusto con nosotros mismos y reportar mayores beneficios al resto. Y no hablo de objetivos tan banales como ganar una partida, conseguir una matrícula de honor, o un puesto de encargado/a. Sino de algo más profundo. Algo que nos ayude a ser más coherentes con nuestros principios y con la clase de mundo que nos gustaría dejar.
Yo hace 10 años, por ejemplo, hacía todo lo que creía que podía hacer por mí misma, el planeta y los demás, y estaba satisfecha con ello. A día de hoy creo que hago muchísimas cosas más y me siento orgullosa por ello. No es que sea mejor persona, es que he ampliado mis conocimientos y posibilidades. Aunque algunas personas, usando una mente occidental y competitiva, puedan pensar que sí que he mejorado, en realidad simplemente he evolucionado de acuerdo a mis circunstancias y gracias a mis experiencias. Es como decir que una niña de diez años es más inteligente o sabe hacer más cosas que una de dos. No es que la de diez sepa más, y la pobre de dos sea tontita en relación a la mayor. No se trata de algo cuantitativo. Es que cada una, de acuerdo a su edad y sus capacidades puede hacer cosas diferentes y ambas están usándolas al máximo (suponiendo que ambas se hayan desarrollando de forma natural y saludable). O como si comparamos un tiburón con un león por el tipo de cosas que pueden hacer. Ninguno es mejor que otro. Ambos animales usan sus habilidades al máximo para sobrevivir y lo que necesiten. Y he aquí el quid de la cuestión: usar nuestras capacidades al máximo.
Somos una especie con unas capacidades increíbles. Pero, ¿nos hemos preguntado alguna vez si estamos dando todo de nosotros/as? ¿Estamos usando al 100% nuestras capacidades? ¿Estamos poniendo todo de nuestra parte? ¿Estamos esforzándonos al máximo por ser mejores personas? Algunos dirán, ¿para qué? Si total, no hay premio, ni recompensa. A los que creéis eso, pensad por un momento en qué ganáis realmente cuando ganáis un partido o sacáis un 10 en una examen. Satisfacción personal, orgullo, admiración quizá, respeto, reconocimiento. Ahora pensad, ¿qué creéis que sentiríais si supierais que gracias a vuestros actos el planeta es un lugar un poquito más amable, limpio, compasivo y respetuoso?