La filosofía empieza con el asombro. (Platón, Teeteto, 155)
Desde el momento que llegamos al mundo nos convertimos en personas filósofas, pues nada nos asombra más que la propia conciencia de la existencia. Cada experiencia experimentada por nuestros sentidos es una aventura, un descubrimiento, una lección, una toma de contacto con la propia vida. Y recordar esto debería ser suficiente para responder a la pregunta qué más veces se ha preguntado la humanidad a lo largo de la historia. ¿Cuál es el sentido de la vida? Vivirla. Sin más.
Vivir la vida con virtud. Esa es la máxima de nuestra existencia. Pero, ¿en virtud por qué? ¿Y qué es la virtud de todos modos? La virtud (ἀρετή en el griego clásico de las grandes mentes de nuestra civilización), según una definición aleatoria encontrada por la red, es la disposición de obrar de acuerdo a ideales como el bien, la verdad, la justicia o la belleza. La virtud, digamos, es la excelencia que un ser humano puede llegar a alcanzar. ¿Y no es acaso aspirando a la excelencia como se vive en armonía con el resto del universo?
Pero, ¿cómo se alcanza esa virtud? ¿Es algo con lo que se nace? O, ¿es acaso algo que se aprende? O, ¿quizá sea una combinación de ambas?
A lo largo de la historia, han surgido infinidad de religiones o ideologías seculares que afirmaban que, sin ellas, una vida virtuosa -y por tanto ética- era imposible. Es como si los seres humanos fuéramos incapaces de distinguir entre el bien y mal de forma independiente y autónoma. Pero aunque esto no es cierto, también es verdad que una filosofía de vida (unos principios por los que regirnos), puede ayudarnos a poner orden y a volver al "camino correcto" cada vez que nos desviemos (no desde un punto de vista pecaminoso judeo-cristiano, sino desde el enfoque de la virtud por el bien común).
Hay quien decide adscribirse al cristianismo para llevar una vida más virtuosa, mientras habrá alguien que prefiera guiarse por alguna corriente de pensamiento laica. O también existe la posibilidad de que haya personas que consideren que un popurrí de lo mejor de cada ideología es lo que funciona para ellas. Y este último es mi caso.
Si tuviera que definir brevemente cuál es mi filosofía de vida podría hacerlo en una sola frase: Vive como si cada día fuera el primero (con la misma ilusión y asombro de la infancia), pero también como si fuera el último (saboreando cada instante). O también podría desarrollarlo diciendo con qué corrientes ideológicas me identifico, y cuáles son los rasgos que más valor me aportan. He aquí mi selección:
- Yoga: disciplina física y mental que se centra en la meditación como medio para conectar con el todo. Del yoga me gusta que abarca tanto lo físico como lo mental, así como algunos de sus 8 preceptos como son: la no violencia, el desapego, la correcta postura del cuerpo, el control de la respiración, la intención (sankalpa) y por supuesto la meditación.
- Veganismo: postura ética y estilo de vida que rechaza concebir a los animales como productos o mercancía. De aquí me quedo con la compasión y el tener una alimentación y consumo conscientes.
- Budismo: doctrina espiritual no ateísta. De esta religión me quedo con la eliminación del sufrimiento, el no quitarle la vida a ningún ser sintiente, el ascetismo y sobre todo con la importancia de la atención y la conciencia plena sobre nuestro cuerpo, mente y sentimientos
- Estoicismo: filosofía práctica que se basa en el autocontrol y el cultivo de las cuatro virtudes como son la sabiduría, el valor, la justicia y la templanza. Me gusta su pragmatismo y que promueva vivir de acuerdo a nuestra naturaleza humana, es decir, rigiéndonos siempre por la razón y no las emociones.
- Feminismo: teoría política que persigue la liberación de la mujer como única forma de alcanzar una sociedad justa e igualitaria. El feminismo no sólo ofrece un marco teórico con el que poder realizar un análisis material histórico, sino que ofrece una alternativa al modelo actual de organización política y social. Promueve el pensamiento crítico y defiende por encima de todo el respeto de los derechos humanos.
- Ecologismo: movimiento político y social que defiende la protección del medio ambiente. De aquí me quedo con -y cito a Henry David Thoreau- el amor por la naturaleza como principio rector. Asimismo apoyo su propuesta económica contraria al liberalismo, lo que se conoce como decrecimiento, es decir, la disminución del consumo y la producción (vivir mejor con menos).
- Método científico: metodología que consiste en obtener nuevos conocimientos a través de la observación, la experimentación, y la formulación, análisis y la modificación de hipótesis. Lo que más me gusta de la ciencia es que se abstiene de hacer observaciones subjetivas y que siempre está abierta a ser refutada.
Aunque haya elegido varias filosofías de vida para construir la mía propia, lo cierto es que todas ellas pueden reducirse a un denominador común: la virtud. La disposición a actuar haciendo el bien, a no dañar ni a los demás ni a mí misma. La voluntad de obrar justamente, con sentido común, valor y templanza.