Hoy, tras haber acompañado a unos amigos en proyecto de ser traductores al aeropuerto, me he dado cuenta de que la vida es, en realidad, todo un vaivén de despedidas y reencuentros. Viajes, cambios de lugar, personas nuevas, fotos, mapas, recuerdos y más despedidas. Pero al final sabes que siempre volverás a reencontrarte con alguien. En algunas ocasiones ciertas personas quedan sólo en tu memoria, pero las que marcaron de verdad en algún momento tu vida vuelven a cruzarse por tu camino.La gente no entiende que los traductores pertenecemos a otra especie. Somos de otra naturaleza. Tenemos esa necesidad innata de salir al mundo y explorarlo. Viajar y conocer culturas: esa es nuestra forma de vida. Conversar en varios idiomas a la vez, bromear con el lenguaje corporal de cada cultura, discutir sobre términos extraños o expresiones intraducibles… eso es algo muy nuestro. Hablar de cómo usar el subjuntivo en español o cómo negar una oración en alemán forma parte de nuestra forma de comunicación. Nuestro baúl de los recuerdos se llama Erasmus y está formado por cientos de ciudades europeas.
En definitiva, somos viajeros que no necesitamos maletas. Nuestro único equipaje se basa en ganas de descubrir, aprender y tener mil aventuras.

