Debe ser que Woody Allen está dirigiendo mi vida y yo no lo sé.
Después de tres meses un tanto "apagados", el pasado jueves desperté en la medianoche de Chicago donde su tenue luz lo hacía todo posible. El escenario: un club de jazz cuyas paredes estaban cubiertas de fotografías de grandes del jazz (Charlie Parker, Art Blakey, Miles Davis, Chet Baker, Sarah Vaughan, Dexter Gordon, Dizzy Gillespie, etc) y un sexteto compuesto por un trompetista, dos saxos, un batería, un contrabajo y un piano tocando sólo para mí.
Tenéis que saber que en las películas de Woody Allen yo siempre soy el mismo tipo de personaje: Cristina (Vicky Cristina Barcelona), Nola Rice (Match point), Adriana (Midnight in Paris), Linda Ash (Mira Sorvino), Lee (Hanna y sus hermanas)... A eso sumadle una Alba solitaria en la noche de Chicago con un toque un tanto groupie a lo Penny Lane en Casi famosos y ¡voilá!, ya podéis imaginaros cómo sería mi película. Sólo basta con haber visto esas películas citadas para haceros una idea de cómo acaba mi historia...
En toda película de Woody Allen que se precie, siempre hay alguna escena en la que un grupo de pseudo-intelectuales debaten sobre arte, sexo o las vicisitudes de la vida. Por supuesto, mi película no iba a ser menos. Simplemente os diré que ahí estábamos un compositor catalán, un estudiante americano de bioquímica, un pianista de jazz y servidora hablando sobre las drogas y los sustitutos naturales como la poderosa mente humana para llegar a ese estado de superconsciencia y de las subidas y bajadas de la montaña rusa que es la vida.
El final de la película lo dejo para vuestra imaginación como en esas películas que cuando acaban uno se queda "¿ya? ¿así va a terminar?", y luego se imagina cómo podría continuar. Sólo os puedo decir que al día siguiente me desperté con una de esas sonrisas que hace que todo el mundo con quien te cruzas te salude, como cuando Joseph Gordon-Levitt hace el amor por primera vez con Zooey Deschanel en 500 días juntos y la película se convierte por un momento en un pequeño musical donde todos los personajes cantan y bailan junto al protagonista.
A mí me gusta pensar que mi Midnight in Chicago es una película con secuela y en este caso espero que la segunda parte sea como El padrino II que, aunque no la he visto, dicen que es mejor que la primera. Confiemos en que así sea.
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