Comida, comida y comida. Eso es en lo único que pienso. En realidad hace años que soy así, pero estos meses aquí son exagerados. Lo peor de todo es que no es sólo pensar, sino que también es comer.
Debe ser la ansiedad... Esto de estar cansada todo el día, aburrida por el trabajo, el echar de menos a la familia, la falta de compañía humana en general y el contacto masculino en particular -para qué andarnos con rodeos- me está matando. Supongo que comer es lo único que me queda para saciar la ansiedad. Y encima no paro de tener antojos de cosas dulces, sobre todo chocolate... ¡chocolate yo! Tengo escondida en mi armario una bolsa de chocolatinas Hershey's y otra de minis Snickers, y del Toblerone no digo nada porque ya me lo he zampado.
Mañana toca ir al gimnasio, aunque para el finde ya tengo planes de cenar hamburguesa (veggie) el sábado y desayunar tortitas el domingo. Aún así puedo decir orgullosa que ya dejé la Coca-Cola, la Nutella y la bolsa de palomitas diaria.
¡Ay, deseadme suerte para que pronto encuentre un buen sustituto del chocolate y todas esas porquerías que me pide el cuerpo!
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