Parece mentira que hace casi un año
que empezó esta aventura, este “sueño americano” (o pesadilla,
como yo digo a veces). Exactamente hace 345 días yo estaba
aterrizando en suelo americano y el 8 de julio de 2011 llegué al que
iba a ser mi “hogar” durante 12 meses, Charlottesville. Una
ciudad pequeña (aunque más grande que Fuengirola), pero con
bastantes cosas buenas, aunque a veces me cueste reconocerlo.
Es cierto que cada vez que alguien me
pregunta qué tal la experiencia, o qué me parece la vida aquí, o
si tengo ganas de volver a España, siempre respondo rotundamente
diciendo que no me gusta nada este país, ni esta cultura, que jamás
podría vivir aquí por más de un año y que estoy deseando volver a
mi casa con mi gente. Sin embargo, no todo es tan negro como parece.
Por suerte he encontrado también muchas cosas buenas aquí,
muchísimas.
Cada día me siento afortunada por
haber podido vivir esta experiencia y haber aprendido tanto en el
camino. Mi trabajo me agota física y mentalmente, sin embargo me ha
aportado muchas cosas positivas. He convivido con dos niños que a
veces sacan lo peor de mí, pero a la vez han sido los únicos que en
ocasiones han estado ahí para darme un abrazo o un beso y decirme
que me quieren. Y aunque no extrañaré en absoluto el trabajo, sé
que me acordaré mucho de ellos y sonreiré cada vez que recuerde los
buenos momentos que pasé con ellos.
He aprendido a ser paciente, a valor
más aún lo que tengo, a ver las cosas desde diferentes puntos de
vista, a adaptarme a una nueva (y muy diferente) cultura haciendo
cosas contrarias a mis principios, a ser flexible, a tener claro
cuáles son mis prioridades en la vida, y sobre todo a apreciar la
importancia de la familia.
Por otra parte, cuando analizo mi
experiencia en relación a cuáles eran mis objetivos antes de venir,
me doy cuenta de que aún es pronto para sacar conclusiones claras.
Esos objetivos eran: 1) viajar, 2) conocer gente, 3) perfeccionar el
inglés.
Sobre el primer punto estoy más que
contenta. He visto muchos de los sitios que quería ver y otros que
surgieron sobre la marcha: Chicago, Milwaukee, Virginia Beach, Lake
George, Boston, Nueva Orleans, Disney World (Orlando), Memphis,
Filadelfia, etc. Lo pasé genial en cada uno de esos lugares y me
ayudaron a sentirme renovada y llena.
En cuanto al idioma no sé muy bien qué
pensar. Por una parte estoy muy contenta de pensar en inglés casi
las 24 horas del día y haber ganado tanta fluidez, pero a la vez
lamento el no haber tenido un ambiente más académico en el que
perfeccionar mi inglés a otro nivel. He aprendido mucho vocabulario
y expresiones, pero he echado de menos el hablar con más
personas nativas con un nivel educativo más elevado. El haber pasado
tanto tiempo con au pairs cuyo primer idioma no era el inglés
me ha hecho en muchos momentos dudar de aspectos gramaticales que
tenía claros antes de venir. Pero supongo que la duda también es
buena.
Y en cuanto al segundo punto, el cual
considero el más importante, qué decir... Pues que como siempre
digo, lo mejor de viajar y vivir en otras culturas es, sin duda, las
personas que se cruzan en mi camino. Porque sin esas personas nada
habría sido lo mismo. Porque cuando uno está lejos de casa, lejos
de su gente, lejos de todo cuanto conoce, uno puede llegar a sentirse
muy solo, y sin esas personas yo me habría sentido mucho más
perdida de lo que muchas veces estuve.
Esas personas, casi sin saberlo, me han
aportado mucho. Y aunque las amistades que tuve aquí no fueron como
las que hice en Alemania (digamos que haya sido por el idioma y la
diferencia cultural), he sentido por ellos prácticamente lo mismo
que sentí entonces. Quizá sea todo resultado de la misma situación.
Tal vez sea ley de vida sentir unos determinados sentimientos en vivencias como esta. Quizá siempre se sienta lo mismo en este tipo
de “vidas paralelas” o “irreales”. Tal vez sea como una
especie de Gran Hermano donde todo se magnifica. Puede que si hubiera
conocido a las mismas personas en mi “vida normal” en Fuengirola,
no habría sentido de la misma manera... Lo que quiero decir es que
todo ha influido. Porque como dijo Ortega y Gasset “yo soy yo y mis
circunstancias”. Yo he sido aquí quien he sido debido a todo lo
que me ha rodeado, y las personas han sido el peso más importante.
Porque esas personas me han hecho sentir, reír, llorar, amar,
enfadarme, valorarme, dudar, aprender, e incluso conocerme mejor.
He conocido muchísimas personas
agradables y simpáticas, hablado con algunas muy interesantes,
descubierto a unas pocas muy especiales, y encontrado un par de
grandes amigos que espero tener para siempre. Esos amigos han sido
sobre todo compañeros de viaje y apoyos en los momentos bajos.
Personas que he querido por el simple hecho de ser como son.
Y quizá necesitemos más tiempo para
saber si realmente la amistad perdurará... pero si hay algo que
tengo claro, es que yo los necesité mientras estuve aquí y los
recordaré siempre por lo que me hicieron sentir. Y haré todo lo
posible por demostrarles que me importan y que la distancia nunca
será un impedimento para seguir necesitándolos en mi vida o
ayudándolos cuando ellos me necesiten a mí. Y que no sólo fue
necesidad, sino amor de verdad. Que los quise en todo momento, y que
los quiero tener para siempre. Que por mi parte, me tienen cuando me
necesiten y que estaré deseando saber de ellos y sus vidas cuando
nuestros caminos se separen.
Y ahora mismo, sólo puedo decir que me
siento invadida por sentimientos encontrados. Por una parte deseando
volver a mi vida de antes con todos los cambios que me voy a
encontrar (para afrontarlos cuanto antes y adaptarme lo más rápido
posible), ver a mi familia y amigos y empezar una nueva aventura. Y
por otra, con pena y tristeza por decir adiós, más que a esta vida,
a esas personas que han formado parte de ella, y a la vez con un poco
de miedo por no saber qué me esperará tras combinar la vida que
dejo atrás con la que me aguarda en España.
Tan sólo puedo decir que como amante
de la vida, estaré preparada para lo que venga y con los brazos
abiertos para recibir todas las cosas maravillosas que seguro
aprenderé cuando despierte definitivamente de este sueño. Así que
por el momento sólo diré: hasta pronto.
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