Como ya predije hace unas semanas mis miedos se han hecho realidad al cruzar el océano. Ya desde que me subí al avión y vi como Nueva York iba alejándose de mí y me di cuenta de que estaba dejando suelo americano definitivamente, empecé a sentir un pequeño sentimiento de tristeza y nostalgia. Fui consciente de que mis travesías habían llegado a su fin. Pensé que era normal sentir eso en el primer día (aún recuerdo cómo me sentí cuando me despedí de Alemania desde la ventana del avión). Sin embargo, en mi segundo día comencé a sentir una extraña sensación de claustrofobia. Todo me parecía pequeño, las calles me agobiaban, sentía como si todo hubiera encogido y veía como todo seguía igual mientras yo por dentro me sentia tan diferente. Sentía como si el tiempo se hubiera congelado mientras yo estuve fuera, como si nada hubiera cambiado mientras yo había estado creciendo tanto a todos los niveles.
Llevo aquí 5 días y ya siento todos esos miedos que yo preveía: melancolía, inseguridad, inestabilidad, confusión... Por si fuera poco siento un pequeño vacío que no sé cómo rellenar. Es como si al despertar aquí me hubiera dado cuenta de que me han robado todo cuanto necesitaba y quería en mi vida anterior. Y no sólo eso, sino que de las cosas que me hacían feliz aquí, también me faltan algunas... y de las que me quedan, no sé cómo disfrutarlas. Es como si me hubiera olvidado de esos sentimientos, como si estuvieran escondidos en algún lugar recóndito dentro de mí.
Necesito recordar... necesito volver a encarrilar mi vida española. Porque, como ya dije, me encuentro dividida. No sé dónde está mi mente ni dónde se halla mi corazón. Echo de menos tantas sensaciones que ahora mismo me hacen tantísima falta. El despertar por la mañana, coger mi mochila y aparecer cada día en un lugar diferente. El sentirme bien conmigo misma y acompañada aun yendo sola en mis viajes. Saber que cada día habrá algo nuevo esperándome a la vuelta de la esquina. Descubrir otras culturas hablando otras lenguas. La libertad y la sensación de que todo un mundo está ante mis ojos esperando ser explorado.
Aún así no todo es negativo. Ver a la familia y a los amigos me ha dado mucha alegría y sé que ellos son un pilar importante para volver a adaptarme y sentirme bien con mi vida aquí. Sólo espero retomar las riendas de mi vida pronto y continuar con este proceso de aprendizaje que tanto me ha aportado en los últimos meses.
En fin, que la vida es un oxímoron.
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