A menudo me preguntan (o directamente me afirman) si la "dieta vegana" no es demasiado restrictiva. Yo siempre respondo que para mí ha supuesto todo lo contrario. Yo veo esta forma de vida (que no sólo la dieta) como una forma de liberación y abundancia absoluta en todos los sentidos. Muchos no lo entenderán cuando les cuente todas las cosas que he eliminado, reducido o quiero evitar en mi vida (tanto en la alimentación, como en la vestimenta, la cosmética, la limpieza del hogar y todos los demás ámbitos del día a día), porque lo cierto es que sólo cuando lo experimentas en primera persona logras comprenderlo.
Siempre me ha gustado intentar ser lo más coherente posible con mis principios y valores, pero no es fácil viviendo en una sociedad hipócrita, sumisa y enferma... no obstante, tampoco es tan difícil como quieren hacerlo ver algunas personas. Sólo basta con echar la vista atrás y recordar cómo se vivía antes de que la locura capitalista comenzara, cómo vivían nuestros abuelos incluso nuestros padres, cuando primaba la sencillez, lo casero, lo natural. Yo creo que es necesario volver a esos orígenes y a la vez seguir evolucionando, es decir, quedarnos con lo bueno del pasado y trabajar para que lo que está por venir sea mejor que lo presente.
En realidad muchas de las cosas a las que renuncio no son más que aquellas cosas que hace 50 años no existían o no se usaban, y que a día de hoy, lejos de haber hecho nuestras vidas más fáciles y cómodas, las han vuelto más tóxicas y artificiales. A otras simplemente renuncio por motivos éticos. ¿De qué cosas hablo? Pues en lo que a la alimentación se refiere toda la comida procesada, envasada y precocinada (bollería industrial, galletas, chocolatinas, congelados, zumos de bote, refrescos, etc), así como a todo lo que sea de origen animal; en cuanto a la cosmética e higiene todo aquello que abuse de sustancias químicas tóxicas como los parabenos, aluminio, sulfato de sodio, BHA, BHT, etc (maquillaje, perfumes, champús, cremas corporales, desodorante, detergente, etc) y que haya sido testado en animales; también excluyo medicamentos sintéticos; y por último, procuro no consumir vestimenta de procedencia animal (cuero, lana o seda).
Seguiréis pensando (¡con las manos en la cabeza!) que este estilo de vida es extremo, radical e imposible. Pues bien, al principio puede ser complicado realizar tanto cambios, pero poco a poco se convierte en inercia y uno se acostumbra y aprende cuáles son las opciones aptas para vivir acorde a esta filosofía. Uno empieza a descubrir alternativas mucho más naturales, saludables y positivas, y entonces se da cuenta de que aunque ser 100% coherente sigue siendo una aspiración a la que acercarse, la vida empieza a cobrar un nuevo sentido. Uno comprende que ser ecologista y/o animalista (como yo solía pensar siempre) no consiste en decir que lo eres, consiste en hacer cambios en la propia persona, se trata de dar pequeños pasos cada día, de avanzar diariamente en este proceso evolutivo, y nunca intentando ser mejor que los demás, sino ser un poquito mejor que la persona que eras ayer. Para mí este viaje (que no destino) tiene más sentido que seguir a la corriente, porque con cada cosa que aprendo y adopto nueva en mi vida, comprendo que los que en realidad llevan una vida restrictiva y de "esclavitud" son los que siguen al rebaño -pues no cuestionan nada-, mientras que volviendo a donde venimos -a lo natural- y siendo más críticos, conscientes y selectivos, conseguimos liberarnos de todo cuanto intentan meternos por fuerza y conectamos con nuestra esencia primaria.
Por lo tanto, recordando un artículo que leí hace poco, para mí renunciar significa, sí... arriesgar, arriesgar a sentirte excluida por momentos y a que te miren como un bicho raro, pero también significa ganar. Ya lo dice el dicho, el que no arriesga no gana. Después de todo tras el sacrificio siempre viene la recompensa. Y yo al renunciar a la toxicidad, gano salud. Al renunciar al sufrimiento, gano bienestar. Al renunciar a la imposición, gano libertad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario