Aunque no lo creamos, todos somos miopes. Y algunos incluso sufrimos de ceguera total. Y cuando una persona no es capaz de ver bien o ve borroso, necesita ir a un oculista para que le prescriba las gafas adecuadas. Y para aquellas personas que directamente no ven, hay que enseñarles Braille. Sea como fuere, para todos existe una solución.
Hay diferentes tipos de gafas: las hay para ver de cerca, para ver de lejos, para la vista cansada, para protegernos del sol, para ver imágenes en 3D, de realidad virtual... las hay incluso decorativas. Pero al fin y al cabo, todas tienen una función específica. Y luego hay unas gafas que sirven para todo el mundo por igual, y que enseñan una realidad diferente, casi alternativa. Unas gafas que te muestran el mundo de una manera totalmente desnuda, libre de valores aprendidos, de tópicos, de estereotipos, de estándares. Unas gafas que, una vez puestas, no puedes volver a quitártelas. Porque estas gafas te corrigen la vista de tal manera que, aunque te las quites, ya nunca verás el mundo igual. Estas gafas son tan poderosas, que son capaces de hacer que te percates de detalles tan sutiles, que pensarás haberte convertido en algún tipo de superheroína o superhéroe. Verás cosas que nadie que no tenga estas gafas será capaz de percibir. Suena interesante, ¿no? Lo es, pero también puede ser aterrador, porque estas gafas no sólo curan tu miopía o ceguera, sino que desmoronan todo tu sistema de valores. Estas supergafas son las gafas moradas del feminismo.
Y antes de que la palabra feminismo te eche para atrás, date la oportunidad de descubrir algo nuevo, de activar tu modo curioso, y déjame que te cuente qué clase de cosas puedes ver al llevar estas gafas tan extraordinarias...
Cuando te pones las gafas moradas por primera vez -y esta es mi propia experiencia, cada cual puede tener la suya- es muy posible que lo veas todo borroso. Ya sabes, tus ojos deben adaptarse al nuevo "cristal". Empiezas a vislumbrar cosas que pueden resultar incómodas y que te ponen en guardia porque se sienten como un ataque a tu vida, a tu entorno, amigos, familiares, pareja, etc. Es como si estuvieras en una sala llena de gente y de repente todo el mundo se quitara la careta y descubrieras en ese mismo instante que todo este rato habías estado en una fiesta de disfraces. Empiezas a ver las cosas en crudo, sin maquillaje ni embellecedores. Y claro, algunos con la cara lavada no son tan guapos. A todos nos gusta y admiramos la belleza, sea lo que sea lo que entendamos por ella. Y cuando algo se ve feo, irremediablemente nos puede repeler. Pero, ¿quién es capaz de reconocer que su vida o su entorno es desagradable? Poca gente. Así que lo más fácil al principio, es negarlo.
Pero como dije antes, las gafas moradas hacen que no haya vuelta atrás, así que jamás serás capaz de ver tu alrededor como era antes. Y llegarás a un punto en el que te recriminarás cómo no pudiste verlo antes. ¡Todo se ve tan claro con las gafas moradas! La realidad es tan diferente, que la película acaba dando un giro de 180º donde los héroes resultan ser villanos. Personas y obras que admirabas, acaban convirtiéndose en algo que te horroriza. Algunos de tus ídolos y modelos a seguir, se transforman en ejemplos a evitar a toda costa. Lo que te resultaba gracioso, transgresor o progresista, acaba por parecerte de mal gusto, retrógrado o incluso denunciable. Lo que se vendía como amabilidad o dulzura, lo interpretas como paternalista o desdeñoso. Lo que se abanderaba como liberal y liberador, resulta que en realidad esconde esclavitud y explotación. Y así, un largo etcétera.
Y ¿cómo es posible que estas gafas te hagan ver lo que tienes delante como si fuera el mundo al revés? ¿Cómo va a ser que sin las gafas muchas cosas parezcan "normales" e incluso respetables, y con ellas todo sea digno de crítica? ¿No será que la gente que se pone las gafas ve lo que no hay, que tenemos alucinaciones? ¿No será que exageramos? ¿Quién iba a tener interés en cegar a la mayoría de la población y ocultar la existencia de esas gafas moradas? ¿Qué malvado ser podría tener engañadas a tantas personas? La respuesta es clara: el patriarcado.
Para muchos todo esto suena a fantasía, a culto o secta. La secta del feminismo donde el demonio es el patriarcado. Muchos creen que el feminismo es como una religión donde todas y todos los que vivimos acorde a sus principios tenemos el cerebro lavado y que somos ovejas moradas que siguen inconscientemente al rebaño sin capacidad de análisis. He leído en numerosas ocasiones que el patriarcado no existe -como si se tratara de una deidad que no pudiera observarse o demostrarse científicamente-, que el machismo hace tiempo que se extinguió, que las feminista están locas, y un largo etcétera. El problema es que, cuando te pones las gafas moradas, eres bien consciente de que ni estás loca, ni ves alucinaciones. Y que además, los "desenmascaramientos" van a más. Cada día que pasa, se cae un ladrillo más de tu muro ideológico.
Entonces, ¿quién querría descubrir que casi toda su vida es una farsa, que casi todos los personajes de su película son villanos, que mucho de lo que amaba ahora es motivo de repulsa, y que él o ella misma ha sido víctima de un sistema respaldado por una entidad "demoníaca"? ¿Quién quiere despertar de un mundo mediocre para despertarse en uno podrido? Sólo aquellas y aquellos que valoren la verdad por encima de todo y estén dispuestos a deconstruirse y empezar de nuevo siendo partícipe directo en la creación de un mundo mejor. Tarea que, sin duda, supone una grandísima responsabilidad. Significa desprenderse de todo lo aprendido para adquirir nuevos conocimientos, ser casi totalmente libres -es difícil escapar de las garras de la sociedad y su adoctrinamiento-, ser crítico con todos y todo, perder amigos, ganar enemigos... pero sobre todo asumir el control total de nuestros actos por el bien común.
Las gafas moradas pueden hacerte sentir que estás dentro de una pesadilla al principio, pero cuando despiertas, la sensación de alivio y la capacidad de pensar con total claridad es tal, que le pierdes el miedo a todo. Y entonces lo único que queda son las ganas de cambiar tu entorno, de hacerlo menos terrorífico, de alzar la voz y de tratar de enmendar todos los siglos de injusticia que hemos tenido que sufrir en silencio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario