It's hard to stay mad when there's so much beauty in the world.
Sometimes I feel like I'm seeing it all at once and it's too much, my heart fills up like a balloon that's about to burst.

domingo, 7 de abril de 2019

Cultura política

Estas últimas semanas han estado llenas de contenido político y han resultado ser muy fructuosas para mí ya que me han servido, no sólo para aprender sobre teoría y práctica política, sino sobre todo para reflexionar, hacer autoexamen y, como de costumbre, también autocrítica.

Desde pequeñita, he visto cómo mis padres habían estado siempre muy implicados en temas de política, y siempre me enseñaron la importancia de tener unos principios ideológicos, ser fiel a ellos y defenderlos. También me hicieron ver la importancia de ejercer mi derecho a voto para así formar parte del cambio que quería presenciar en la realidad de mi entorno. Siempre me educaron en valores de igualdad, justicia y lucha por los derechos humanos. Ellos podían tener su ideología, pero siempre me dieron libertad para elegir la mía. Y supongo que por eso siempre oscilé entre diferente partidos políticos, sin nunca llegarme  a convencer ninguno al 100%. Supongo que todos muchas veces hemos pensado en que nos gustaría hacer un Frankestein político que recogiera todos los puntos que encajara con nuestra forma de ver la vida. Desde que tengo uso de razón he compartido ideas con IU, PSOE, Los Verdes, Equo, PACMA, pero jamás con ningún partido de derechas. Tenía claro que la derecha representaba todo lo contrario a lo que yo entendía como justo, igualitario y solidario. Pues la derecha, que siempre iba de la mano de su querido amigo el capitalismo, sólo miraba por el beneficio propio, e ignoraba las desigualdades sociales.

Cuando estaba en el instituto me empecé a interesar mucho por comprender de manera más profunda las diferentes ideologías políticas, tanto aquellas con las que sentía que comulgaba como aquellas que, como intuía, eran totalmente contrarias a mí. Leí bastante sobre Marxismo, ecologismo, y anarquismo, pero también me interesé mucho en tratar de entender el capitalismo y el neoliberalismo. Y aunque siempre me había considerado feminista, confieso que desde mi completa ignorancia, nunca indagué demasiado en el movimiento político como tal. En la universidad empecé a tener más contacto con la ecología política y formar parte más directa en el activismo político. Aprendí y crecí muchísimo, pero siempre me quedaba mucho más conocimiento por adquirir.

El año pasado, a partir del 8M, empecé a investigar un poquito más sobre el feminismo y su historia, y a medida que leía más cuenta me daba de lo absolutamente ignorante que era. En verano decidí tratarme como a una tontita y me leí un libro buenísimo -y que recomiendo a todo el mundo que quiera instruirse- llamado Feminismo para principiantes, de Nuria Varela (excelente periodista y comunicadora). Y a partir de ahí ya el tema se convirtió en una obsesión (qué le voy a hacer, me obsesionan los derechos humanos). Desde entonces no he podido parar de leer sobre teoría feminista, y con cada página que termino, más fascinada por el tema me siento. Es un tema con tantísima profundidad, que se necesitaría toda una vida para abarcar todas sus sutilezas.

Ahora, lo tengo claro, no quiero perderme ni una charla ni un sólo curso sobre feminismo. Por eso, ayer asistí a unas jornadas feministas (a las que debería dedicar un post propio), y el sábado pasado asistí con total ilusión y motivación al curso que impartió Lidia Falcón sobre Feminismo y Política en la Librería Luces. Lo que ella ha impartido en universidades españolas en 9 meses, lo resumió en hora y media. Y puedo decir que fueron 90 minutos de tortazos en la cara continuos. ¡Madre mía! ¡Cómo se puede desconocer tantísimo sobre nuestra historia! En ese momento, me di cuenta, una vez más, de lo ignorantes que somos, de la incultura tan grande que padecemos en nuestro país, y lo mucho que se esfuerzan algunos en desmotivarnos para que permanezcamos en la ignorancia (y así la ultraderecha lo tenga más fácil para ganar poder).

Algunos, cuando ven lo poco que saben y lo mucho que les queda, se desaniman, pero a mí me sirve de subidón para querer ponerme las pilas y empaparme de todas aquellas personas que saben más que yo. Por eso, me rindo ante ellas en silencio con la intención de absorber al menos un 1% de su experiencia y sabiduría. Y así, ahora tengo claro que quiero dedicar mis días a formarme y a crecer. A no ceder nunca más a la falta de estímulos ni a la desidia que la sociedad nos inocula. Deseo implicarme al máximo en cada experiencia que viva para sacar el máximo provecho y aumentar mis conocimientos.

Sólo me queda la esperanza de no ser la única persona en el mundo con tantas ganas de aprender. Y sobre todo, espero que pronto la gente se dé cuenta de que no es que todo esté politizado, es que todo es política, empezando por lo más personal hasta lo más público. Por eso, para cambiar la realidad no sólo debemos cambiar nuestro entorno más cercano, sino que tenemos que exigir o, mejor aún, acceder a las esferas políticas para implantar medidas que nos beneficien a todos y todas. Así que no os olvidéis que el próximo 28 de abril tenemos elecciones generales y nuestros actos pueden influir enormemente en los resultados. 

¡En nuestras manos está ser parte del cambio!

No hay comentarios: