¿Cuál es el sentido de la vida? ¿Por qué estamos aquí? ¿Tenemos alguna misión que cumplir? ¿Cuál es nuestro cometido? Estas son algunas cuestiones que la filosofía se ha planteado desde que la humanidad se hizo consciente de su propia existencia. Pero, ¿tienen respuestas estas preguntas? Y si las tienen, ¿nos sirven de algo en nuestro día a día?
Hay quien cree que somos un cuerpo con alma, creaciones de un ser todopoderoso y omnipresente, y que nuestros actos tienen unas consecuencias que se pagarán en el más allá, ya sea yendo al cielo (si hemos sido "buenos") o yendo al infierno (si nos hemos portado "mal"). Hay quien, por el contrario, piensa que somos meros cuerpos con vida que un día morirán, se pudrirán y nadie tendrá en cuenta nuestro paso por el mundo.
Para muchas personas, la primera opción da sentido a nuestra existencia, pues significaría que hemos venido aquí para algo, pues luego hay un más allá que poblar y el casting que hay que pasar es la propia vida. Por tanto, el sentido de nuestras vidas sería pasar esas pruebas y demostrarle a esa fuerza creadora -llamada dios por la mayoría- que somos dignos de ese paraíso y de servirle por toda la eternidad. Así que, supongo, que nuestro propósito vital en ese caso sería convertirnos en dignos y fieles siervos.
Por otro lado, tenemos a aquellas personas que creen que nuestro paso por este planeta es puramente casual y carece de todo sentido espiritual. Esto, para muchos, podría ser motivo suficiente para vivir sin reglas, sin ética y sin moral porque total, ¿para qué portarse "bien" si no vamos a obtener ninguna recompensa? Las personas creyentes, a menudo piensan que los ateos no se rigen por ningún código moral, ni tienen la necesidad y que, por tanto, son peligrosos pues pueden tentar a los que sí intentan obrar "correctamente". Pero, ¿qué clase de afirmación simplista y vacía de análisis es esa? ¿Acaso es necesario que exista un ser todopoderoso para demostrar que podemos hacer el bien? ¿Acaso los mortales son tan insignificantes que obrar bien por y para ellos es tan inútil?
La humanidad no es la misma ahora que antes, y ello se debe a la evolución natural que todos los seres vivos experimentamos. Sin embargo, la nuestra, la humana, es una evolución diferente, "especial" (que no superior o más valiosa), y todo porque disponemos de algo que otros no: la capacidad de razonar. Ese raciocinio nos ha hecho reflexionar y replantearnos nuestros principios y valores a lo largo de la historia. Lo que antes era aceptable, ahora no lo es. Y este cambio de perspectiva, se debe a nuestra capacidad de análisis y crítica.
Como animal tengo algo que se llama instinto de supervivencia y deseo de vivir. Por todos los medios, mi naturaleza me empujará a vivir. Y como ser racional que soy, entenderé que si yo deseo vivir, los demás también. Por tanto, por lógica, sabré que quitarle la vida a otro no está bien. No necesito ningún dictado moral proveniente de un ser superior. Mi propia conciencia es capaz de advertírmelo. Igualmente, mi intelecto también es capaz de deducir otros principios morales sin necesidad de que nadie ni nada me lo diga.
¿Necesitamos, pues, un dios para saber qué es lo correcto y qué no? ¿Necesito que alguien me explique que privar a alguien de libertad está mal? ¿Necesito que alguien me explique que humillar, denigrar o utilizar a alguien no está bien? ¿Acaso no me basta con saber que yo misma no querría eso para mí? Por tanto, podría concluir que el fin principal de hacer lo correcto es el de asegurarme una convivencia pacífica con las otras personas, pues si yo las trato bien, ellas también lo harán (ver la Regla de Oro de la ética o el Imperativo Categórico de Kant).
Una vez sé que (independientemente de que exista o no un paraíso donde sólo van los buenos) aquí en la tierra necesito convivir en paz con otros, descubro que tal vez mi propósito vital no sea el de contentar a un solo ser poderoso y sediento de seguidores, sino el de hacer la vida de mis semejantes lo más llevadera posible pues así yo también me beneficiaré. Y entonces, me pregunto ¿no será por eso que hemos evolucionado como especie? ¿No será por eso que cada vez somos un poquito más humanos? ¿No será que hemos entendido que nuestros actos hoy, tienen consecuencias en el mañana? Y ¿no será que, aunque no podamos presenciar todas esas mejorías futuras, el sabernos parte del cambio nos reporta satisfacción? ¿No será que el querer ser mejor persona no tiene por qué ser un acto egoísta para ganarnos la simpatía de un dios todopoderoso sino un acto altruista que hacemos en beneficio de TODA la humanidad, presente y futura? Y ¿no será que nuestro deseo de cambiar el mundo podría ser nuestra misión, nuestro propósito vital y el sentido de nuestra vida?
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