Después de tres semanas tras el comienzo de año, me siento un poquito más ubicada. A día de hoy hace ya seis meses que estoy aquí, lo cual quiere decir que he completado el 50% de esta... inexplicable experiencia.
Después de haber pasado por un poco de todo a nivel personal y profesional (que al final todo me ha afectado en el plano personal), parece que empiezo a ser consciente de que estamos en un nuevo año y que por tanto toca pasar página. Y he decidido (y creo que así lo empiezo a sentir ya) que esta mitad de año va a ser bastante mejor. Porque a pesar de que he pasado noches muy malas de tristeza y melancolía, ahora voy encontrando otros asuntos en los que ocupar mi mente.
De momento el haberme apuntado a clases de inglés ha sido buena idea. No tanto por lo que pueda aprender (que gramaticalmente no es mucho o nada), sino por el hecho de mantenerme ocupada y también el de relacionarme con gente de otros ambientes ajenos al mundo de las au pairs.
Por otra parte, en los meses venideros tengo ya planeados un par de viajes, los cuales seguro me animarán mi estancia aquí. Lake George, Boston, Philadelphia, Disney World, Memphis...
Y por último... las personas. Digamos que una de las mejores cosas de esta aventura (aparte de los viajes) es conocer gente y sus culturas, conversar con desconocidos y que se acaben convirtiendo en... “amigos”, o quizá simplemente en individuos que se interesan por ti y tu cultura, personas con las que conversar. Porque al final estoy segura de que los recuerdos más bonitos serán aquellos momentos compartidos con esas personas que se cruzaron y se cruzarán en mi camino.
Si tuviera que analizar este 50% de mi experiencia americana, a simple vista me puede parecer (y seguro que vosotros también tenéis esa impresión) que no me he sentido del todo a gusto en esta cultura, que esto no me gusta tanto como a otras personas, que la experiencia no está siendo para tanto, que paso muchos momentos de estrés y aburrimiento... Pero la verdad es que esas sensaciones no son más que parte de la montaña rusa. Y como toda montaña rusa también hay altos. Y esos altos ya os los he contado: el idioma, los viajes, los amigos... y en definitiva el sentirme afortunada por poder estar viviendo esta experiencia con sus cosas buenas y malas, porque a fin de cuentas, de todo se aprende. Y eso es lo que yo quería. Y ¿qué he aprendido hasta ahora? Que el mundo está repleto de variedad y que todo es relativo, que hay muchas formas de ver la vida, que no nos damos cuenta de lo que tenemos hasta que lo comparamos con otras personas... y sobre todo, que la familia es lo más importante y que, como dirían en inglés, there's no place like home.
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