It's hard to stay mad when there's so much beauty in the world.
Sometimes I feel like I'm seeing it all at once and it's too much, my heart fills up like a balloon that's about to burst.

lunes, 30 de julio de 2012

Claustrofobia

Como ya predije hace unas semanas mis miedos se han hecho realidad al cruzar el océano. Ya desde que me subí al avión y vi como Nueva York iba alejándose de mí y me di cuenta de que estaba dejando suelo americano definitivamente, empecé a sentir un pequeño sentimiento de tristeza y nostalgia. Fui consciente de que mis travesías habían llegado a su fin. Pensé que era normal sentir eso en el primer día (aún recuerdo cómo me sentí cuando me despedí de Alemania desde la ventana del avión). Sin embargo, en mi segundo día comencé a sentir una extraña sensación de claustrofobia. Todo me parecía pequeño, las calles me agobiaban, sentía como si todo hubiera encogido y veía como todo seguía igual mientras yo por dentro me sentia tan diferente. Sentía como si el tiempo se hubiera congelado mientras yo estuve fuera, como si nada hubiera cambiado mientras yo había estado creciendo tanto a todos los niveles.

Llevo aquí 5 días y ya siento todos esos miedos que yo preveía: melancolía, inseguridad, inestabilidad, confusión... Por si fuera poco siento un pequeño vacío que no sé cómo rellenar. Es como si al despertar aquí me hubiera dado cuenta de que me han robado todo cuanto necesitaba y quería en mi vida anterior. Y no sólo eso, sino que de las cosas que me hacían feliz aquí, también me faltan algunas... y de las que me quedan, no sé cómo disfrutarlas. Es como si me hubiera olvidado de esos sentimientos, como si estuvieran escondidos en algún lugar recóndito dentro de mí.

Necesito recordar... necesito volver a encarrilar mi vida española. Porque, como ya dije, me encuentro dividida. No sé dónde está mi mente ni dónde se halla mi corazón. Echo de menos tantas sensaciones que ahora mismo me hacen tantísima falta. El despertar por la mañana, coger mi mochila y aparecer cada día en un lugar diferente. El sentirme bien conmigo misma y acompañada aun yendo sola en mis viajes. Saber que cada día habrá algo nuevo esperándome a la vuelta de la esquina. Descubrir otras culturas hablando otras lenguas. La libertad y la sensación de que todo un mundo está ante mis ojos esperando ser explorado.

Aún así no todo es negativo. Ver a la familia y a los amigos me ha dado mucha alegría y sé que ellos son un pilar importante para volver a adaptarme y sentirme bien con mi vida aquí. Sólo espero retomar las riendas de mi vida pronto y continuar con este proceso de aprendizaje que tanto me ha aportado en los últimos meses.

En fin, que la vida es un oxímoron.

lunes, 16 de julio de 2012

Código postal


Puede que el código postal diga que estoy en Santa Mónica, pero ahora mismo siento que no sé dónde me encuentro. Siento que me hallo entre dos vidas, la que dejé en Charlottesville y la que me espera en España. Y siento que echo de menos a ambas por igual. Mi corazón está dividido porque mi mente está invadida por demasiados recuerdos. Miles de rostros pasan por mi memoria y todos ellos son necesarios en mi vida. Sin embargo pronto sólo tendré una vida, y algunas de esas personas pertenecerán a un pasado que, probablemente, nunca más estarán presente en mi día a día.

Hace días que me fui de Charlottesville. Y hace días que me entró un ataque de pánico porque me di cuenta de lo que significaba irme. No era sólo decir adiós o hasta luego, sino dejar toda una vida atrás. En cierto modo sentía como si fuera a morir, como si me quedaran pocas horas de vida, y veía pasar delante de mí todos los momentos vividos y todos los sentimientos y palabras que quería expresar antes de irme a todas las personas especiales que había conocido.

Ahora, aunque estoy viajando y disfrutando al fin de mi tiempo libre, me encuentro como ya he dicho dividida. Es como si dentro de mí algo me dijera que cuando termine mis viajes volveré a mi vida de Charlottesville con todos mis amigos, pero a la vez sé que eso no ocurrirá. Y aunque la idea de volver a casa con mi familia y amigos me emociona y me alegra muchísimo, también me da miedo. Miedo porque tengo la sensación de que me sentiré rara durante unos días, sin saber muy bien qué es real y qué es ilusión. Miedo a sentirme inestable, insegura y melancólica. Miedo y esperanza de que despertaré una mañana y todo seguirá igual que hace un mes. Miedo a extrañar la sensación de estar fuera de casa, de viajar, de conocer otros lugares y personas, de hablar otro idioma, de sentirme libre...

Aún me quedan unos días en este limbo, que en mi caso es un lugar especial con diferentes nombres y distintas sorpresas aguardándome. Aquí por las mañanas me levanto con ganas de seguir viajando toda mi vida, sin parar, sabiendo que cada día será diferente y mejor al anterior, desconociendo cuál será mi próximo destino. Y a la vez con la ilusión de saber que al final del trayecto un lugar llamado hogar me estará esperando con los brazos abiertos. Sentimientos encontrados como siempre.

Así que mientras me encuentro entre estas dos vidas, sólo me queda seguir disfrutando de cada minuto de este viaje. Seguiré siendo feliz mañana en Malibú, en unos días en Vegas/Gran Cañón y finalmente en NYC. Y cuando llegue el momento de dejar este país para siempre, ya descubriré cuál será la próxima parada en esta aventura. Sólo sé que mi equipaje cada vez será más pesado y que el código postal tendrá más números que nunca.