It's hard to stay mad when there's so much beauty in the world.
Sometimes I feel like I'm seeing it all at once and it's too much, my heart fills up like a balloon that's about to burst.

martes, 25 de octubre de 2011

Midnight in Chicago

Debe ser que Woody Allen está dirigiendo mi vida y yo no lo sé.

Después de tres meses un tanto "apagados", el pasado jueves desperté en la medianoche de Chicago donde su tenue luz lo hacía todo posible. El escenario: un club de jazz cuyas paredes estaban cubiertas de fotografías de grandes del jazz (Charlie Parker, Art Blakey, Miles Davis, Chet Baker, Sarah Vaughan, Dexter Gordo
n, Dizzy Gillespie, etc) y un sexteto compuesto por un trompetista, dos saxos, un batería, un contrabajo y un piano tocando sólo para mí.

Tenéis que saber que en las películas de Woody Allen yo siempre soy el mismo tipo de personaje: Cristina (
Vicky Cristina Barcelona), Nola Rice (Match point), Adriana (Midnight in Paris), Linda Ash (Mira Sorvino), Lee (Hanna y sus hermanas)... A eso sumadle una Alba solitaria en la noche de Chicago con un toque un tanto groupie a lo Penny Lane en Casi famosos y ¡voilá!, ya podéis imaginaros cómo sería mi película. Sólo basta con haber visto esas películas citadas para haceros una idea de cómo acaba mi historia...

En toda película de Woody Allen que se precie, siempre hay alguna escena en la que un grupo de pseudo-intelectuales debaten sobre arte, sexo o las vicisitudes de la vida. Por supuesto, mi película no iba a ser menos. Simplemente os diré que
ahí estábamos un compositor catalán, un estudiante americano de bioquímica, un pianista de jazz y servidora hablando sobre las drogas y los sustitutos naturales como la poderosa mente humana para llegar a ese estado de superconsciencia y de las subidas y bajadas de la montaña rusa que es la vida.

El final de la película lo dejo para vuestra imaginación como en esas películas que cuando acaban uno se queda "¿ya? ¿así va a terminar?", y luego se imagina cómo podría continuar. Sólo os puedo decir que al día siguiente me desperté con una de esas sonrisas que hace que todo el mundo con quien te cruzas te salude, como cuando Joseph Gordon-Levitt hace el amor por primera vez con Zooey Deschanel en 500 días juntos y la película se convierte por un momento en un pequeño musical donde todos los personajes cantan y bailan junto al protagonista.

A m
í me gusta pensar que mi Midnight in Chicago es una película con secuela y en este caso espero que la segunda parte sea como El padrino II que, aunque no la he visto, dicen que es mejor que la primera. Confiemos en que así sea.

lunes, 24 de octubre de 2011

Sin sexo en Nueva York

Todo el mundo sabe que Nueva York es la ciudad que nunca duerme y cuando se va allí por primera vez, uno entra en un estado onírico del que nunca quiere salir.

El sábado pasado cuando pisé suelo neoyorquino por tercera vez, me sentía igual que la primera vez, pero también sentí algo nuevo y era como si estuviera en casa. Sentía que podría vivir allí sin problema y entonces, al igual que la ciudad, yo tampoco dormiría nunca.

Lo mejor de ir a Nueva York es que cada vez que estoy allí es de vacaciones. Y si hay algo que necesitaba últimamente era descansar de este trabajo agotador. Despejar la mente y simplemente dedicar tiempo a mí misma. Y si algo tiene NY es que allí puedes hacer de todo, tanto si quieres volverte loca como si quieres relajarte. Y un poco de todo eso es lo que hice. Vayamos por partes.

Día 1: Greenwich Village

Del primer día sólo destacaré dos cosas. La primera es que recargué pilas viendo a amigos de España. Y os aseguro que cuando uno lleva tres meses tan lejos de casa, lo mejor que te puede hacer sentir es ver caras conocidas y oír voces familiares. Sobre todo cuando esas personas son con las que fuiste a NY por primera vez.

Lo siguiente a destacar es el intento de llegar con mis amigas a cierto club de jazz en Greenwich Village. Como hacía una noche tan buena y no queríamos gastar dinero en Metro ya que somos pobres decidimos ir andando...¡desde la calle 53 hasta la 10! Y después de 40 bloques, allí estábamos en la puerta del Fat Cat esperando a los amigos que nunca aparecieron y sin poder entrar porque Stephannie no tenía aún 21. Ante esa situación poco podíamos hacer. Nuestros pies no podían más y el cansancio en nuestras caras dio paso a la famosa foto “homeless” de la noche.


Día 2: Central Park – Times Square

No hay nada como irse un domingo soleado a un parque, sentarse allí y simplemente contemplar y descansar. Y si ese parque es Central Park, no se puede pedir más.

Después acabamos en Times Square y allí se puede hacer de todo, pero si no vas a ver ningún musical o ninguna obra en Broadway, ya sólo te queda ir de compras... o hacerte fotos con un modelo en calzoncillos en la puerta de Abercombrie.


Día 3: Brooklyn - Staten Island Ferry – Battery Park – Wall St – World Trade Center

El lunes fue un día de pasear sin prisas y sencillamente disfrutar el ambiente neoyorquino de las calles.




Día 4: HANSON

Y llegó el esperado día, el sueño de adolescente hecho realidad. ¡¡Ver a los Hanson en concierto en el Best Buy Theater!! Flipé como una enana. Verlos a escasos metros de mí fue una pasada y el concierto fue increíble. Tocaron todas las canciones de The Wall + 'Mmmbob', 'Where's the love', 'A minute without you' (Middle of nowhere) + 'If only' (This time around) + 'Penny & me' (Underneath) + 'Musical ride', 'Thinkin' 'bout somethin'', 'Waiting for this', 'Carry you there', 'Give a little', 'Voice in the chorus' (Shout it out). Y encima Isaac lanzó un montón de púas de su guitarra y yo cogí una.

La verdad es que las 8 horas que pasé de pie esperando merecieron mucho la pena... ¡tanto que estoy deseando repetir!


Día 8: Fiesta en Manhattan

Tras pasar unos días de ensueño en Illinois volví a NYC para pasar mi última noche de vacaciones allí y así celebrar el esperado 21º cumpleaños de Stephannie. Y qué mejor que asistiendo a una terraza súper VIP frente al Empire State de esas a las que sólo Carrie y sus amigas de Sexo en NY van. Pensaréis que sería algo de lo más glamouroso, pero la verdad es que lo más divertido fueron las batamantas rojas que nos dieron en la entrada para no pasar frío. Y como la au pairs somos pobres y no tomamos champán ni sabemos divertirnos con las cosas de los ricos, simplemente pasamos un buen rato haciéndonos fotos con las nada sexys batamantas. Y para quitarnos la espinita del sábado anterior, no pudimos resistirnos a volver al Fat Cat, esta vez para entrar costara lo que costara. ¡Y lo conseguimos! Eso sí, después de media hora, un pijo borracho intentado ligar, un zumo de naranja y un vasito de pistachos, no podíamos más con nuestra alma y a las 5 de la mañana estábamos ya de vuelta en Queens durmiendo la mona.


El día 5 pertenece a otro sueño que tuvo lugar en Chicago, y ese lo dejo para la segunda parte.


TO BE CONTINUED...

lunes, 3 de octubre de 2011

American life vs Spanish life

Tres meses. Ese es el tiempo que ya llevo en los EE. UU. Es increíble lo rápido que pasa el tiempo. Cuanto más lo pienso menos me lo creo. Parece que llegué ayer y a la vez siento que llevo aquí lo suficiente como para tener una opinión de este país y sus ciudadanos y de cómo me siento respecto a España. No es que la opinión que pueda tener ahora no vaya a cambiar en los próximos 10 meses, pero sí puedo decir que ya he pasado la primera fase: el choque cultural.

Ahora ya soy una más en el sentido de que ya no hay más sorpresas, ni miedos. Todo lo importante que tenía que saber ya lo sé y, lo más importante, lo tengo asimilado. En pocas palabras, ya estoy casi 100% adaptada.

Pero el hecho de que esté adaptada no quiere decir que me sienta del todo “a gusto” o, digamos, de acuerdo con la cultura que me está tocando vivir. Simplemente quiere decir que ya sé lo que me puede esperar y lo acepto, pero no siempre lo voy a compartir.

Esto es exactamente lo que me imaginaba pero elevado al cuadrado. Eso de que la realidad supera la ficción es cierto. Y no sé por qué me sorprendo. Yo ya sabía que Estados Unidos era un país capitalista y consumista, pero vivirlo en primera persona es completamente diferente.

Pero aunque yo ya sabía esto, algo en mí ha cambiado. Yo pensaba que los yankees eran capitalistas y consumistas porque les encantaba serlo y eran muy conscientes de ello. Sin embargo, tengo la sensación de que, aunque les guste consumir, son así porque no conocen otra forma de vivir. Nacieron en una familia donde lo normal era comprar, tirar y volver a comprar. Vivieron en una casa donde las luces siempre estaban encendidas, donde la comida si no se comía se tiraba en vez de guardarse, y donde todo era ilimitado.

Por supuesto todo esto suena como la parte negativa de mi historia... pero para mí es una realidad. Siento que estas personas son víctimas de la sociedad en la que viven y me da pena que sus hijos vivirán de la misma forma o incluso peor. ¡Esta pobre gente no es consciente de que no todos vivimos a su ritmo! Eso sí, saben muy bien que el mundo está lleno de gente necesitada y para sentirse mejor -aparte de ir a la iglesia- donan dinero y (algunos) participan en trabajo comunitario... como si eso fuera a arreglar el mundo. Pero dicen que lo que cuenta es la intención, y la de estos americanos os puedo asegurar que es buena y realmente quieren ayudar. A pesar de lo que podáis pensar, me parecen que los yankees son muy buena gente. Personas muy trabajadoras que quieren ser buenos ciudadanos, pero que, bajo mi punto de vista, no llevan el estilo de vida aconsejable para el bienestar de este planeta y todos sus habitantes.

Lo que quiero decir con todo este tocho es que extraño muchísimo Europa en general, y España en particular. Echo de menos mi vida, mis paseos, mi comida, mi gente, mi idioma, mis bromas y risas, mis conversaciones, mi casa...

¡Ojo!, que no estoy diciendo que no esté contenta aquí. Todo lo contrario. Sólo digo que, aunque esta sea una experiencia única e inolvidable, aunque esté aprendiendo muchísimo y haciendo muchas cosas diferentes y que me encantan, aunque esté conociendo buena gente y hablando en un idioma que adoro, pienso a todas horas en mi vida y todo cuanto hay en ella. Y sobre todo me doy cuenta de cuánto AMO cada pequeño instante, cada persona y cada detalle de esa vida que aparqué en España hace 3 meses.