It's hard to stay mad when there's so much beauty in the world.
Sometimes I feel like I'm seeing it all at once and it's too much, my heart fills up like a balloon that's about to burst.

lunes, 16 de julio de 2012

Código postal


Puede que el código postal diga que estoy en Santa Mónica, pero ahora mismo siento que no sé dónde me encuentro. Siento que me hallo entre dos vidas, la que dejé en Charlottesville y la que me espera en España. Y siento que echo de menos a ambas por igual. Mi corazón está dividido porque mi mente está invadida por demasiados recuerdos. Miles de rostros pasan por mi memoria y todos ellos son necesarios en mi vida. Sin embargo pronto sólo tendré una vida, y algunas de esas personas pertenecerán a un pasado que, probablemente, nunca más estarán presente en mi día a día.

Hace días que me fui de Charlottesville. Y hace días que me entró un ataque de pánico porque me di cuenta de lo que significaba irme. No era sólo decir adiós o hasta luego, sino dejar toda una vida atrás. En cierto modo sentía como si fuera a morir, como si me quedaran pocas horas de vida, y veía pasar delante de mí todos los momentos vividos y todos los sentimientos y palabras que quería expresar antes de irme a todas las personas especiales que había conocido.

Ahora, aunque estoy viajando y disfrutando al fin de mi tiempo libre, me encuentro como ya he dicho dividida. Es como si dentro de mí algo me dijera que cuando termine mis viajes volveré a mi vida de Charlottesville con todos mis amigos, pero a la vez sé que eso no ocurrirá. Y aunque la idea de volver a casa con mi familia y amigos me emociona y me alegra muchísimo, también me da miedo. Miedo porque tengo la sensación de que me sentiré rara durante unos días, sin saber muy bien qué es real y qué es ilusión. Miedo a sentirme inestable, insegura y melancólica. Miedo y esperanza de que despertaré una mañana y todo seguirá igual que hace un mes. Miedo a extrañar la sensación de estar fuera de casa, de viajar, de conocer otros lugares y personas, de hablar otro idioma, de sentirme libre...

Aún me quedan unos días en este limbo, que en mi caso es un lugar especial con diferentes nombres y distintas sorpresas aguardándome. Aquí por las mañanas me levanto con ganas de seguir viajando toda mi vida, sin parar, sabiendo que cada día será diferente y mejor al anterior, desconociendo cuál será mi próximo destino. Y a la vez con la ilusión de saber que al final del trayecto un lugar llamado hogar me estará esperando con los brazos abiertos. Sentimientos encontrados como siempre.

Así que mientras me encuentro entre estas dos vidas, sólo me queda seguir disfrutando de cada minuto de este viaje. Seguiré siendo feliz mañana en Malibú, en unos días en Vegas/Gran Cañón y finalmente en NYC. Y cuando llegue el momento de dejar este país para siempre, ya descubriré cuál será la próxima parada en esta aventura. Sólo sé que mi equipaje cada vez será más pesado y que el código postal tendrá más números que nunca.

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